¡No quiero más! (Hablamos de suicidio)

Ayer empecé el día con un bajón brutal. Ya el día antes – el 31 de diciembre – tuve por la tarde un flashback emocional bastante duro, y tardé mucho tiempo de salir de este flashback, saliendo y recayendo varias veces. Y ni estoy segure si realmente conseguí este día salir de este flashback. Por la noche otra vez me fui muy hacia abajo, tuve mucho miedo en mi estomago, y me costó mucho dormir (y no dormí ni bien ni mucho). Entonces, ayer me desperté otra vez con miedo, y con una sensación de “¡No puedo más!”. Estuve agotade emocionalmente, agotade de tanto miedo, de tanto dolor, y parece que no se acaba nunca. Tuve unos días mejores, o, al menos, más estables, al primero en Bilbao, luego en Berlin, donde pasé los días habitualmente llamados navidad con una buena amiga, pero a mi vuelta, y quizás desencadenado por el fin del año, me desestabilicé otra vez bastante, y llegué otra vez al “¡No puedo más!”.

Pero, ayer por la mañana, este “¡No puedo más!” se convirtió en un “¡No quiero más!”. ¿Para qué seguir luchando con mis demonios del pasado? ¿Para qué seguir viviendo? ¿Para qué? Me se fue la voluntad de seguir luchando y viviendo. Me se ha ido la fuerza, la energía. Ya no sé de donde sacar la fuerza para seguir adelante.

Entonces, hablamos de suicidio. No es la primera vez que me siento suicida, o al borde de estar suicida. Y no hablo solamente de pensamientos (elaborados) de suicida. Conozco muy bien esta ideación suicida pasiva, pensando horas en planes muy elaborados (y poco realistas) de como suicidarme, o como desaparecer sin dejar huella alguna. Según un blog sobre salud mental, “la ideación suicida pasiva ocurre cuando deseas estar muerto o poder morir, pero en realidad no tienes planes de suicidarte”. Con estos planes muy elaborados siempre era claro que no los voy a poner en practica. Aunque estaba pensando y elaborando planes (que nunca terminaba), nunca me salí de la ideación suicida pasiva.

Según el mismo blog, “la ideación suicida activa, por otro lado, no es solo pensar en ello, sino tener la intención de suicidarse, incluyendo la planificación de cómo hacerlo”. Creo que para mi la diferencia más clara que siento es que mis planes ahora ya no son muy elaborados. Más bien pienso en los cuchillos que tengo en mi cocina, en romper una copa de vino y cortarme con el vidrio, o en otros planes más sencillas y fácilmente y rápidamente ejecutables.

No sé si realmente llego a la intención de suicidarme. Pero tengo estos impulsos a veces pensando en cuchillos, o en otras herramientas sencillas. Y esto me da miedo. Miedo a mi misme, miedo a hacerme daño. Lo que hago en estas situaciones es al primero comunicarlo con unes amigues, y, si es posible, irme de la casa. Lo hice ayer (me fui para desayunar), y también hoy, cuando otra vez por la mañana empecé a pensar en mis cuchillos y sentí brevemente este impulso. Ayer, por suerte, una amiga vino para acompañarme durante el día y también se quedó la noche, que, creo que, fue muy bien para al menos estabilizarme un tiempo. Ni quiero imaginarme que pudiera haber hecho ayer si hubiera pasado todo el día sole… Realmente tuve miedo de mi misme.

Ahora, creo que, para mi es importante hablar del suicidio. No para que mis amigues tienen miedo, sino para tener algunos planes y compromisos que pueden ayudarme cuando realmente me siento suicida, cuando realmente llego a la intención de suicidarme, cuando el impulso se hace tan fuerte que...

Y me quedo con mis preguntas, mis dudas, con el “¡No quiero más!”: ¿Para qué seguir luchando con mis demonios del pasado? ¿Para qué seguir viviendo? Una amiga mía me comentó que mi lucha con mis demonios, que mi blog también es una inspiración para otres. Quizás sí, aunque realmente lo escribo principalmente para mi. Sí lees esto y mi blog te ha ayudado una vez, por favor ahora es el momento en el que puedes ayudar a mi y decírmelo. Dame razones para seguir luchando. Dime si y como te ha ayudado o inspirado mi blog. Porque, ahora soy yo quien necesita tu ayuda. Si no, quizás este blog acaba con esta entrada…

 

En España: TELÉFONO CONTRA EL SUICIDIO 911 385 385