Vacíos

Vacíos. Hay muchos tipos de vacíos. Siento un gran vacío en mi vida, ya desde el inicio de la pandemia hace dos años. Un vacío de sentido. Hace ya más de un mes escribí sobre la depresión que llevo conmigue desde la pandemia, y a veces esta depresión toma más fuerza, y me queda sin fuerza para seguir viviendo.

¿A qué me refiero cuando hablo de algo que da sentido a mi vida? En lo más general, a una cosa o causa para la que vale la pena seguir viviendo. Para mi esto siempre ha sido la militancia, un movimiento social que lucha por un mundo más justo, últimamente principalmente la justicia climática. Pero la pandemia ha debilitado a muchos movimientos sociales, y mientras la emergencia climática avanza sin frenos, el movimiento de hoy solo es una sombra de lo que era antes de la pandemia, cuando era posible pensar en una verdadera rebelión (¿revolución?) por el clima. ¿Y hoy? Casi nada. Poca movilización, poca ambición. Estamos en el lo de siempre de hace 4-5 años, lejos de poder imaginarnos frenar el colapso del clima.

Entonces, hay este vacío en mi vida, la falta de un movimiento, la falta de una causa. Tampoco veo – al menos no en Sevilla o en el Estado español – un movimiento queer que realmente se merece el nombre movimiento (hablo de un movimiento radical, antisistema, queer…, y no del movimiento LGBTI asimilacionista de las ONG financiados a través de subvenciones publicas).

Y, ¿mi trabajo? Me gusta trabajar con mi colega, que también es una amiga. Pero, el trabajo en si mismo tampoco me llena, tampoco da sentido a mi vida. De hecho, desde el inicio de la pandemia siento un fuerte desequilibrio, como se quedaba el trabajo, pero el resto desapareció.

Veo y siento un vacío. Un vacío de sentido. Y siento: ¿para que seguir viviendo? ¿para que seguir luchando contra mis demonios? ¿Para volver a una vida vacía de sentido? ¿Para qué?

Y hay otro gran vacío que en estos momentos parece a veces mucho más atractivo: la muerte. El vacío final. Soy atee, entonces la muerte es el punto final.

Lo que me para es que no sé ninguna manera de hacer el camino a este vacío que no me duele. Y, también, mis amigues. Por ahora lo que me para es prometer a une amigue no hacerme daño este día. Y el día siguiente será otro día, y quizás uno de estos días encuentro otra vez algo de fuerza, o – ojala – algo que puede dar sentido a mi vida. Mientras tanto, busco mis trucos para no hacerme daño.