¿Quién es Angélique? Y, ¿Qué tiene que ver ella con mi identidad de género?

Otra vez me viene Angélique, y esta vez en el contexto de mi identidad de género desde la infancia, que es el tema que me esta removiendo toda la esta semana. Pero, en la realidad no tengo casi ningunos recuerdos de Angélique. El 23 de diciembre del año pasado escribí sobre Angélique:

No tengo casi ningunos recuerdos de Angélique. Sé que me dejaba un regalo el día de mi confirmación (la confirmación luterana es con 14 años), sé que estuvimos amigues, y sé que ella desapareció. No me recuerdo si volvimos a vernos después de mi confirmación. No me recuerdo como nos conocimos, como conectamos, qué hicimos o cuanto tiempo estuvimos amigues. No creo que nuestra amistad tuvo una componente sexual. No sé si fue un amor, pero si lo fue, fue un amor asexual.

Hace unos días, en mi “media hora de mierda” (es decir, mi media hora dedicada a gestionar mis emociones) lloré mucho por no haber vivida mi identidad de género en mi infancia, o no hasta bastante reciente. Y empecé a pensar en Angélique, y sentí una perdida muy fuerte, y esto me hizo llorar todavía más fuerte. Sentí mucha tristeza, mucho dolor.

El día siguiente atendiendo a mis emociones en esta media hora otra vez pensé en Angélique, pero también me imaginé a mi misme probando un vestido y pintándome las uñas (con trece años), posiblemente en presencia o casa de Angélique (aunque en la realidad no sé si una vez he estado en su casa). No sé si estas imaginaciones tienen una base real, si realmente con treces años una vez me vestí con un vestido y me pinté las uñas, y si esto – si tiene una base real – tiene alguna relación con Angélique. Me pregunto: ¿con ella pude permitirme experimentar con mi expresión y identidad de género? ¿Con ella no tuve que ser chico?

Y, también, ¿cómo y porqué se acabó esto? ¿Hay una relación entre el fin de la amistad con Angélique y mi padre, como me pregunté ya en diciembre?

Sigo con muchos preguntas. ¿Intenté realmente al menos una vez expresarme con otra identidad de género al inicio de mi adolescencia, con trece años? Si sí, ¿mis padres me descubrieron? ¿Cómo reaccionaron?

A mi me queda mucho dolor y mucha tristeza. Estoy llorando esta perdida, que solo pude llorar la primera vez en noviembre, cuando otra perdida me abrió el acceso al backlog de tristezas nunca digeridas, como lo llamó entonces una amiga mía. Y en este momento pensé también en Angélique. La segunda vez pensé en Angélique en diciembre, y ahora, durante esta semana, en relación con mi identidad de género, o, más bien, pensando en si una vez me permití experimentar con mi identidad de género.

Al mismo tiempo, mis encuentros con mi niñe interior también se centran mucho en su identidad de género, como escribí hace cuatro días. Estoy intentando hacerle ver que ahora esta a salvo y puedo vivir y expresarse como quiere, y ayer por la mañana y también le pintamos las uñas y los labios, y esto le hizo sonreír. Poco a poco llorar menos, poco a poco tiene menos miedo. Poco a poco confía en mi que ahora esta a salvo, que ahora puede expresarse y vestirse como quiere, sin tener que tener miedo al rechazo o a un castigo, posiblemente violento.

Mi niñe interior no sabe nada de Angélique. Mi niñe interior tiene quizás nueve años, quizás diez. En su vida Angélique todavía no existía. Quizás tengo que intentar conectar con mi adolescente interior para que quizás puede decirme algo. Por ahora, todo esto es otra laguna de memoria, otro vacío, otro nada. Pero hay dolor, hay tristeza. No sé miedo. ¿Tenía miedo con trece años, si realmente experimentaba con expresar a mi género de una manera distinta? Casi seguro que sí. Aunque, más bien, cuando me imagino a mi misme con treces años en un vestido y con mis uñas pintadas, me viene más una sensación de liberación. La misma liberación que sentía cuando empezaba a definirme abiertamente genderqueer hace ocho años. Quizás el dolor y la tristeza tienen más que ver con esta perdida (de Angélique), pero también con las oportunidades perdidas de vivir mi vida fuera del corsé de la masculinidad desde ya mucho más temprano...