Mi niñe interior y su identidad de género

Cada vez tengo más claro que hay un tema (¿o trauma?) respeto a la identidad o expresión de género de mi niñe interior. Hace cinco días escribí:

Es la segunda vez que vi mi niñe interior en un vestido. ¿Qué me dice esto? No quiero decir que me sentía niña en mi infancia, pero me parece que sí había un tema de identidad de género, o de non-conformidad con las expectativas de género (masculino), y es algo que no me sorprende. Dudo mucho que jamás hablé con mis padres sobre esto en mi infancia, y dudo mucho que jamás me vestía en un vestido. Pero esto no significa que no me sentía incomode con lo que esperaban de mí como niño, que no me hubieran gustado otras cosas.

Ayer, cuando estuve meditando, me vinieron pensamientos relacionados con la identidad de género en mi infancia – de mi niñe interior. No pude dejar pasar estos pensamientos, no pude volver a concentrarme en mi respiración. Empecé a llorar, y tuve que interrumpir la meditación para tranquilizarme.

Luego, en la cama, conecté con mi niñe interior, como intento hacer habitualmente. Ayer le vi con su vestido verde y con sus canicas, pero muy triste. No estuvo jugando, simplemente tuvo las canicas en sus manos. Cuando me vio, vino para abrazarme y llorar. Me costó mucho tranquilizarle. Le hablé también de que le entiendo, que me gusta su vestido, que sé que los padres no le entienden. Salió de mi abrazo para mostrarse en su vestido y sonrió. Tímidamente, pero sonrió.

Le pregunté si había hablado con sus padres sobre que le gusta el vestido, y dejo de sonreír y solo indicó con la cabeza que no. Volvió a abrazarme y llorar. Sentí todo su dolor, y yo lloré también. No confía en que los padres le van a entender, y es algo que entiendo perfectamente. Le pregunté si los padres le habían visto en su vestido, y no me respondió, pero lloró más fuerte, con más miedo. Conseguí tranquilizarle otra vez, hablándole de que bonite está en su vestido verde. Volvió a sonreír tímidamente.

Se puso a mi lado para dormir, abrazándome.

Por la noche me desperté sobre las 2:00h, y tarde mucho para volver a dormir – hasta las 4:30h/5:00h probablemente. A darme cuenta, lo primero que hice fue hacer un check-in con mi niñe interior, recordándome que la noche antes a despertarme conecté con mi niñe interior, y hice lo mismo esta noche. Le vi sin su vestido, en ropa interior de niño, a mi lado en posición fetal y llorando. No sé donde estuvo su vestido. No me permitió tocarle. Intenté tranquilizarle, hablándole también de que le entiendo, que conmigo puede ser quien es, como es. Al final me abrazo, pero sin dejar de llorar. Poco a poco le pude tranquilizar más. Cuando le pregunté donde está su vestido, volvió a llorar más fuerte. Volví a confortarle y tranquilizarle, le miré a la cara y me permitió darle un beso en la frente. Volvió a dormir abrazándome.

Yo me quedé despierte. También todavía me removió el tema de la performance del 8M, y como cerrar este tema. La verdad es que solo pensar en la performance me afecta de la misma manera que pensar en la imagen de mi niñe interior mirar a la polla erigida de mi padre. Ha sido una retraumatización.

Más allá me vino el tema del bullying que había sufrido en mi adolescencia, pero también ya antes… Otro tema que necesita más atención, y, aunque estoy consciente del tema, nunca lo he trabajado en profundidad. Se suman los temas…

Hice un check-in con mi niñe interior varias veces mientras me quedé despierte. Muchas veces solamente pensar en este check-in se contrajo mi estómago, que ya me indicó que algo estaba mal. Una vez le encontré abrazándome, llorando y temblando por miedo. No sé miedo a qué. No me lo dijo. Conseguí tranquilizarme hasta que se relajó y volvió a dormir.

Otra vez le encontré otra vez más en posición fetal y llorando. No pude hacer más que tranquilizarle. Le hablé de que esta segure, que le voy a proteger, y le dije que voy a poner mi mano en su hombro, y me lo permitió. Poco a poco se relajó y volvió a dormir a mi lado, abrazándome. Creo que esta vez yo también volví a dormir.

Me desperté unas veces más, pero sin quedarme despierte. Al final me desperté definitivamente sobre las 9:30h. Conecté otra vez con mi niñe interior, sentade en su ropa interior de niño y muy triste. Vino a abrazarme y llorar cuando me vio. No encontré su vestido verde, y le dije que buscamos otro vestido. Le pregunté que color le gustaría. ¿Verde? Me indicó un no. ¿Negro? Le expliqué que a mí me gusta mi ropa en negra, pero me dijo que no. ¿Azul? Otro no. Al final me dijo ‘rojo’. Buscamos un vestido rojo, se lo puso y sonrió. Se mostró en su nuevo vestido rojo, sonriendo un dando vueltas. Y vino otra vez a abrazarme, pero esta vez sonriendo.

Al final le dejé con su vestido rojo, me levanté y fui a desayunar.

Creo que es obvio que aquí hay un tema de identidad o expresión de género. Hace casi dos años escribí sobre el trauma de la masculinidad, y que a reflexionar sobre el impacto del sexo asignado al nacer me puse a llorar. Pero no me imaginaba un tema de identidad de género (o expresión) ya en mi infancia. La verdad es que tampoco tengo recuerdos de mi infancia – nada de recuerdos hasta los 10 años. Pero sí estoy consciente de que nunca sentía que encajaba, siempre sentía esta presión de las expectativas de la masculinidad. No tenía ni idea que significaba ‘ser un chico’.

Pero lo que ahora me está saliendo con mi niñe interior es algo completamente nuevo para mí. Al mismo tiempo quizás no me sorprende. Y no me sorprende que mis padres no me entendieron. Dudo mucho que como niñe intentaba vivir así, que solo una vez me puse un vestido (¿de mi madre? ¿de mi hermana pequeña?). Tengo muy claro que el rechazo de mis padres hubiera sido enorme, si no violento. De una manera es lo que me dice mi niñe interior: el miedo a la reacción de mis padres. O, ¿sí me habían encontrado una vez en un vestido? Mi niñe no me respondió a esta pregunta, solo reaccionó con llorar más fuerte.