Mi identidad de género desde la infancia

Desde unas semanas estoy reflexionando más sobre el desarrollo de mi identidad de género desde mi infancia. Hace siete semanas escribí sobre mi preguntas respeto a la identidad de género de mi niñe interior, y unos días más tarde sobre replantearme el desarrollo de mi identidad de género desde mi infancia. Esta última pregunta sigue removiéndome, y ayer antes de acostarme, a conectar con mi niñe interior, le encontré con mucho miedo y mucho dolor por no poder mostrarse como quién es, y por tener que esconderse. También por temas de bullying, y por la vergüenza que sentía por no encajar (en ser niño). Lo mismo pasó esta mañana, y yo me quedé conectado todo el día con este dolor y este miedo.

¿Me sentía niño? ¿Niña? Es muy difícil reconstruir mi historia de género, como en lo general no tengo casi ningunos recuerdos, y mucho menos de mis emociones, de lo que sentía. La disociación era mi mecanismo de supervivencia, para poder sobrevivir el abuso sexual, el abandono emocional y las intrusiones permanentes en mi espacio intimo. Es muy difícil reconstruir mi historia emocional, más allá del miedo, de una soledad profunda, del abandono, de la tristeza, de la vergüenza...

He empezado a pensar en mi identidad de género desde mi infancia porque casi siempre cuando me visualizo mi niñe interior, cuando conecto con este niñe, lo veo en un vestido. Y cuando le digo que me gusta su vestido, que estoy orgullose que se pone un vestido, a veces me responde con una sonrisa tímida (sonríe muy poco). Estoy casi segure que jamas me había puesto un vestido (¿de quién? ¿de mi hermana pequeña? ¿de mi madre?). Hubiera tenido demasiado miedo para hacerlo, y probablemente también hubiera sentido vergüenza. Pero, a mi niñe interior casi siempre le veo en un vestido. Y siento su miedo por ser descubierto, un miedo enorme a mis/sus padres, pero también a otros niños (¿quienes? Ni idea). Siento su vergüenza, vergüenza porque otres le acosaban por no encajar en lo que significaba ser niño. Creo que ni sabía que era esto – ser niño.

¿Se sentía niña? Lo dudo. Me imagino que más bien sentía mucha confusión por no entender que le pasaba, por no poder ni querer encajar, por no entender nada… y no tener a ninguna persona en la que confiaba, con la que podía hablar.

Pensando en más tarde, en quizás los inicios de la adolescencia, me recuerdo que muchas veces cuando me tomaba un baño escondía mi pene entre mis piernas, para que no era visible este símbolo mi masculinidad. Y es algo que he hecho casi toda mi vida, hasta que empecé a tomar estrógenos y así cambiar mi cuerpo, alejarlo de lo masculino. ¿Me imaginaba tener una vagina? No, creo que nunca. Simplemente me imaginaba no tener este pene. Al mismo tiempo, tampoco rechazaba a mi pene, como descubría también que es un órgano de placer… Eran más bien momentos en los que me imaginaba no tener pene… Y, es curioso que ahora ya no me pasa, como mi cuerpo ya no encaja en lo claramente masculino. Realmente nunca ha sido imaginarme ser niña, chica o mujer… simplemente no ser niño, chico, hombre...

También tengo recuerdos de quizás más tarde de pensar en comprarme ropa interior de mujer – para mi. Ropa interior más bien como imaginarme ponerme un vestido u otra ropa claramente leída como “de mujer” me hubiera dado mucha vergüenza. Nunca me la compraba (ahora sí, pero no se limita a ropa interior).

Como ya escribí, mucho más tarde empecé a experimentar con ropa menos masculina. Mucho más tarde empecé a cuestionar la masculinidad en general y políticamente, y mi propia masculinidad, hasta llegar a definirme genderqueer de manera publica hace ocho años.

Pero, ahora conecto mucho con el miedo y el dolor de mi infancia, un miedo que tenía que ver con tener que esconder quien era, un miedo a mostrarme, a experimentar con lo que quizás me hubiera gustado vivir. Conecto con todo lo que nunca he vivido por tener que pretender ser niño, chico, hombre, y esto me causa mucha tristeza, mucho dolor. ¿Cómo hubiera sido mi vida si me hubiera permitido experimentar ya en mi infancia con mi género? De una manera me da miedo pensármelo. Seguramente hubiera sido muy peligroso, para empezar por mis padres, y luego por todo este mundo cisheteronormativo (hablamos de hace 50 años). Pero, al otro lado, ¿qué hubiera sido posible sin intentar vivir con el corsé de la masculinidad?

Miedo. Dolor. Tristeza y soledad. Es lo que siento cuando pienso y conecto con el tema de mi identidad de género desde mi infancia. Oportunidades perdidas. Peligros evitados. Más disociación. Otro trauma más.