Abuso sexual y sanar mi niñe interior
Aviso de contenidos:
Este texto contiene descripciones de abuso sexual y violencia, entre otros.
Deviant Daeva escribe en un artículo sobre el TEPT complejo y la sanación del niñe interior: "Las víctimas de traumas complejos a menudo han pasado por abusos, negligencia y abandono a largo plazo durante la infancia. Eso les ha dejado con une niñe interior extremadamente heride y lastimade que nunca ha sentido la seguridad de ser simplemente une niñe, que nunca ha sentido el amor y el cuidado que necesitaba, que nunca ha aprendido sobre los límites o la autoprotección." Es muy cierto. Y, aunque llevaba varios años trabajando mi TEPT complejo en terapia, y también había hecho muchos progresos (o eso creía), nunca había conseguido establecer una conexión con mi niñe interior, es decir, hasta finales de febrero de este año. Y ese fue el comienzo del proceso de sanación de mi niñe interior heride.
Deviant Daeva continúa: "Para alguien con un trauma durante la infancia, ese niñe interior está heride y lastimade. Las necesidades de este niñe no están satisfechas, sobre todo emocionalmente. Le niñe nunca ha recibido la guía para construir la confianza en sí misme, el amor propio y los límites. Este niñe es vulnerable, necesita protección y amor. Para poder superar o manejar muchos de los síntomas del TEPT-C, es importante cuidar de ese niñe, ese niñe dentro de ti que está sentade en un rincón de tu mente, asustade, pequeñe, triste y confundide."
El 21 de febrero escribí: “¡Por fin! Por fin, creo que, he encontrade le niñe que era yo, escondiéndose y protegiéndose. Le veo sentado en el suelo en una esquina, las rodillas lo más cerca posible al cuerpo, con los brazos protegiéndose la cabeza y tapándose las orejas y ojos. Pero le veo.” Y: “Esta mañana le dije tímidamente “Hola”, en español, pero no reaccionó, pero yo tuve que llorar otra vez. Creo que ambes necesitamos tiempo. Tiempo para acostumbrarnos le une a le otra. Tiempo para tomar confianza. No quiero ir demasiado rápido, solo para que se esconde otra vez. Por ahora me limito a mirarlo, dejarlo en paz, para que deja de taparse las orejas y ojos, para que toma confianza.”
Este fue el comienzo de un largo proceso, a veces muy doloroso, pero por otro lado también hermoso. Un artículo del Rape Recovery Center de Salt Lake City lo explica: “A veces nuestro niño interior está atrapado en el pasado, solo, asustado, preocupado, triste, enojado, descuidado y herido. Depende de nosotros mostrarnos para que nuestro niño interior cuide, ame, ofrezca compasión y amabilidad. Pero, sobre todo, llevar al niño interior al momento presente, nutrirlo, protegerlo y finalmente curarlo. Usted más que nadie tiene el poder de hacer eso. Una forma de hacerlo es concienciar a la presencia del niño interior.”
Esto es especialmente cierto en el caso de no solo abandono emocional y la negligencia en la infancia (en sí mismo suficiente para un TEPT complejo, como me señaló mi psicóloga en una sesión), sino aún más en el caso del abuso sexual en la infancia. El proceso de curación de mi niñe interior también me permitió aceptar mi abuso, cerrar mi diálogo interno permanente, algo que creo que nunca habría podido hacer sin la ayuda de mi niñe interior.
El 2 de marzo escribí sobre mi proceso con mi niñe interior:
“Solo mirar a mi niñe interior, sentade en el suelo en una esquina, las rodillas lo más cerca posible al cuerpo, con los brazos protegiéndose la cabeza y tapándose las orejas y ojos, me duele, se me contrae el estómago, siento todo el miedo y el dolor de mi pequeñe niñe interior, y muchas veces tengo que llorar, como también ahora.
¿Donde hay espacio para tanto dolor y tanto miedo en une niñe tan pequeñe? ¿De donde vienen este dolor y este miedo?
Intento hablarle, y le digo que no tiene que tener miedo, que le voy a proteger y cuidar (en alemán). A veces me echa un ojo, pero no se quita las manos de sus ojos. Sigue protegiéndose. Y cuando le digo “te quiero”, en alemán, siento una ola de miedo y mi niñe intenta protegerse todavía más. Posiblemente, las personas que le dijeron “te quiero” le hicieron mucho daño, y estas palabras parecen más una señal de peligro que algo confortante.
Todavía mi niñe no me habla. Pero no intenta esconderse de nuevo. Se queda donde esta, sentade, sabiendo que le veo, que puedo encontrarle siempre. Tampoco quiero intentar todavía acercarme más. Creo que mi niñe necesita tiempo para tomar confianza, y acercarme demasiado rápido solo le da más miedo.”
Un proceso lento de construcción de confianza, de construcción de seguridad. De mostrar a mi niñe interior que sí respeto sus límites, algo que nunca ha experimentado en su vida. Unos días después pude escribir sobre algunos progresos:
“Tuve otra noche intensa, de emociones y de conectar con mi niñe interior. Tuve un nudo supergordo en el estómago. (...)
Otra vez conecté con mi niñe interior, llorando mucho (yo, le niñe al inicio con miedo), y le hablé de ahora esta a salvo, que ahora le puedo proteger y que nunca más nadie le puede hacer daño, y que entonces este niñe era yo, y que no podía protegerle. Al final mi niñe se acercó a mí y nos abrazamos, y lloramos ambes. Es tan pequeñe y tiene tanto miedo, pero también la necesidad que alguien le quiere de verdad. Se siente muy sole, muy abandonade, muy en peligro. Y no puede más.
Nos estuvimos abrazando, e intenté tranquilizarle y asegurarle que esta a salvo, y hacer sentirle que le quiero sin decir estas palabras que le dan tanto miedo.
Luego tuve algo menos de este nudo en el estómago, pero lloramos juntes probablemente media hora más. Probablemente, dormí después de las tres de la mañana, pero tampoco sin despertarme varias veces.”
Unos días más tarde escribí esto: “Anteayer, conectar con mi niñe interior fue muy doloroso. Le encontré sentade en su esquina, con el vestido a su lado, y llorando. Cuando me vio vino a abrazarme sin parar de llorar. Le abracé también, y le dije que esta a salvo, etc. Le pregunté si le habían hecho daño, y me dijo que sí. Le pregunté quien, y me dijo 'papá'. No me respondió a mi pregunta que le había pasado.
Nos quedamos un buen rato abrazándonos y llorando. A veces conseguí tranquilizarle, pero volvió (o volvimos) a llorar varías veces.”
Poco a poco mi niñe interior se abrió, y a su manera me mostró que había sufrido abusos sexuales. Nunca habló mucho, pero en cierto modo se hizo más y más claro con las imágenes que venían a mi mente (o a la de mi niñe interior) cuando mi niñe interior lloraba por su dolor y miedo. Eran las mismas imágenes que me invadían frecuentemente.
Más allá del tema del abuso sexual, el otro tema principal era la identidad de género de mi niñe interior. Desde el primer día siempre vi a mi niñe interior con un vestido, y la primera sonrisa tímida que obtuve de mi niñe interior fue cuando le hice un complemento por el vestido. Evidentemente, se sentía cómode con el vestido.
El 15 de marzo escribí sobre mi niñe interior y el abuso sexual:
“Sé de mi niñe interior que hay muchísimo miedo, sobre todo miedo relacionado con su cuerpo, con que le tocan, sexualmente o no. Me ha cuesto mucho trabajo obtener su confianza para qué me permite tocarle, abrazarle, y a veces, cuando posiblemente algo le pasó, todavía no me lo permite, y necesito volver a obtener su confianza. Es decir, tengo bastante claro que mi estrés postraumático ahora tiene que ver con mi cuerpo, con las violaciones de mi cuerpo en mi infancia, fueron de una manera sexual o no. También sé que mi madre ha utilizado a mí (o a mi cuerpo) como su muñeca, para satisfacer a sus necesidades afectivas, ignorando las mías y pasando por encima de mi rechazo.
Pero, hay otra cosa más. De mis conversaciones/encuentros con mi niñe interior se queda bastante claro que el tema ahora es mi padre, y no mi madre. Ya no pienso en los abusos e intrusiones de mi madre. Las hubo, pero siento que ya las he asumido y superado. Lo que me duele ahora son abusos/violaciones por parte de mi padre, y todavía no tengo más claro de que tipo de abusos/violaciones/maltratos (claramente relacionados con mi cuerpo) se trata.”
Me llevó probablemente otras dos semanas aceptar el abuso sexual como un hecho. Abusos cometidos principalmente por mi padre, pero también por mi hermano. El 28 de marzo escribí por primera vez sobre la aceptación de los abusos sexuales, y lo hice en relación con mi niñe interior: “Mi niñe interior llora mucho, hay mucho dolor y mucho miedo. Y, cuando le pregunto sobre mi padre, mi hermano, llora más fuerte, y me vienen las imágenes de abuso a la mente – no sé si a mi mente o a la mente de mi niñe interior. ¿Cómo puede mi niñe interior decirme que le pasó? No me habla. Llora mucho, pero a veces también, sobre todo cuando le hago complementos por su vestido rojo, sonríe tímidamente. Pero, no sabe jugar. Es muy triste. Muy heride. Y, se siente sucie. Sucie por el abuso del que no habla – solo llora.
Creo que la única manera que tengo para resolver este diálogo interno permanente es confiar en lo que siento, y confiar en mi niñe interior. Su miedo y su dolor no son mentiras.”
En cierto modo, este fue un paso extremadamente importante. Aceptar el abuso sexual permitió a mi niñe interior (y a mí misme) empezar a sanar. Dos semanas después escribí con respecto a mi niñe interior: “Mi niñe interior poco a poco también se tranquiliza. Siento que hay cada vez menos miedo. Mi niñe llora menos, y confía que estos abusos son el pasado. Llora todavía, todavía hay algo de miedo, pero nada en comparación con hace dos semanas o más. Casi nunca encuentro a mi niñe interior llorando. El llanto viene cuando nos abrazamos, y se siente segure y queride. Sigue triste, esto sí, sigue sin la capacidad de jugar, esto sí, pero esta cada vez más tranquile.”
Otros diez días después escribí: “esta conexión con mi niñe interior ha sido ya desde más de seis semanas una parte muy importante de mi proceso. Dudo mucho que sin esta conexión hubiera sido capaz de cerrar mi diálogo interno permanente. Y es cierto que en los últimos días mis lágrimas están saliendo de un lugar cada vez más profundo. Las imágenes del abuso ya no son lo más dominante, más bien es este “tremendo sentimiento de soledad” de mi niñe interior, pero también su desesperación de tener que seguir viviendo en la casa con sus abusadores. Especialmente durante los últimos dos días esta conexión con mi niñe interior ha sido superdolorosa por esta desesperación, por su grito “Ich will hier raus!” (Quiero salir de aquí!), y no puedo hacer nada más que intentar calmarle, amarle, asegurarle que los abuso son el pasado, decirle que es fuerte, que puede con esto. Y abrazarle, acompañarle en su llanto.”
Por consejo de mi psicóloga empecé a hablar con mi niñe interior sobre mí misme, sobre dónde estoy ahora (en Sevilla, España), y que elle está conmigo ahora, que ya no está en esa casa de su infancia, y que ahora está a salvo. Tardé un tiempo en asentar esto y en que mi niñe interior se sintiera segure en relación con el abuso, para tener la suficiente confianza en que el abuso es ahora una cosa del pasado.
Una vez conseguido esto, la cuestión de la identidad de género pasó a ser el centro de atención. El 2 de mayo escribí: “He empezado a pensar en mi identidad de género desde mi infancia porque casi siempre cuando me visualizo mi niñe interior, cuando conecto con este niñe, lo veo en un vestido. Y cuando le digo que me gusta su vestido, que estoy orgullose que se pone un vestido, a veces me responde con una sonrisa tímida (sonríe muy poco). Estoy casi segure que jamas me había puesto un vestido (¿de quién? ¿de mi hermana pequeña? ¿de mi madre?). Hubiera tenido demasiado miedo para hacerlo, y probablemente también hubiera sentido vergüenza. Pero, a mi niñe interior casi siempre le veo en un vestido. Y siento su miedo por ser descubierto, un miedo enorme a mis/sus padres, pero también a otros niños (¿quienes? Ni idea). Siento su vergüenza, vergüenza porque otres le acosaban por no encajar en lo que significaba ser niño. Creo que ni sabía que era esto – ser niño.
¿Se sentía niña? Lo dudo. Me imagino que más bien sentía mucha confusión por no entender que le pasaba, por no poder ni querer encajar, por no entender nada… y no tener a ninguna persona en la que confiaba, con la que podía hablar.”
Mi niñe interior tardó más o menos una semana en confiar en que ahora también está segure a expresarse, que nadie volverá a juzgarle por su identidad de género, que ya no tiene que ocultar quién es. De nuevo, este ha sido otro proceso doloroso, pero ahora, cuando conecto con mi niñe interior, a menudo le encuentro jugando con muñecas, feliz con las uñas pintadas de rojo. A veces le ayudo a pintarse los labios, y sonríe. Ya no llora, ya no tiene miedo. Es tímida, pero sonríe, sobre todo cuando le repintamos las uñas o le pintamos los labios.
Todavía estoy luchando con el dolor y la tristeza por no haber vivido mi identidad de género en la infancia y la adolescencia. Pero aunque a veces tengo que llorar -ya sea por esta tristeza o porque algo me hace pensar en los abusos sexuales que sufrí en la infancia-, esto ya no parece tener impacto en mi niñe interior. Cuando conecto con elle, cuando le visualizo, le veo a menudo jugando con sus muñecas. Normalmente nos abrazamos, pero ya no hay llanto, ni miedo.
Siento que mi niñe interior ha llegado al presente. Se ha desatascado y se siente amade y cuidade, por fin se siente tranquile y segure. Por fin puede ser simplemente une niñe.
Todavía tengo trabajo que hacer. Pero es muy bonito ver a mi niñe interior sin miedo, verle expresarse libremente. Esto es tan diferente de hace poco menos de tres meses.
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