Imaginándose niña, forzada de ser niño
Hace dos semanas mi niña interior me dijo que es niña. Ha sido una relevación importante. Hasta entonces, le llamaba siempre “mi niñe” para no asignarle un género especifico, pero a partir de entonces la llamo “mi niña”, o, en alemán, “mein Mädchen”, y la verdad es que sonríe de oreja a oreja cuando lo hago. En lo general, desde que me ha dicho que es niña, y desde que le he dicho que esto esta muy bien, y que la quiero igualmente, la noto con más energía y mejor animo. Juega más, es más feliz, y le gusta mucho ver los episodios de Pipí Calzaslargos conmigo. Sobre todo en el tercer episodio, cuando Pipí defiende a un chico que sufre bullying por seis otros chicos, mi niña fue muy feliz, y se imaginaba que Pipí la hubiera defendido también.
Pero no todo es felicidad, ni para mi niña, ni para mi. Con esta nueva relevación tengo otra vez reescribir mi historia de género, y esto es un proceso doloroso. Me pregunta, ¿a partir de qué momento me había olvidado que me sentía niña? ¿A partir de qué momento dejaba de sentirme niña – otra cosa que dejaba sentir – y aceptaba ser niño? Y mi niña también sigue sintiendo el dolor por no poder vivir quien era, el dolor por tener que esconder su identidad y vivir como niño.
Un día mi niña se dibujo siendo niño, en los manos de mis padres, llorando, e imaginándose haber matado a sus padres para poder ser niña felizmente, con trenzas como Pipí. Son los días cuando mi niña llora cuando conecto con ella, aunque sigue sonriendo de oreja a oreja cuando la llamo “mein Mädchen” (“mi niña”). Son los momentos cuando se siente muy sola, no entendida y no querida. Son los momentos cuando yo también siento este dolor de mi niña, y me pongo triste y muchas veces tengo que llorar también.
Desde ayer por la tarde mi niña otra vez esta sufriendo este dolor, y se ha dibujado con sus padres cortándole las trenzas, en ropa interior de niño y con su vestido rojo que le gusta tanto tirado a la basura. Y otra vez llora, y yo también.
Para mi, sigue siendo un proceso muy doloroso aceptar que me sentía niña, pero que nunca era capaz de expresarlo, de vivirlo ni hablar. Es una herida muy abierta en el momento, que se suma a muchas otras. Y me vienen muchas preguntas sobre como lo había vivido esto tantos años. Era niña. Y, ¿en mi adolescencia, era chica? O ya había enterrado estos sentimientos, y ya había aceptado que era chico? No lo sé.
No obstante, con todo esto no me estoy replanteando mi identidad actual, que sigue siendo genderqueer, o, nobinarie. Aunque era niña en mi infancia, y no sé hasta cuando, esto no significa que ahora soy mujer, después de haber descubierto mi identidad como niña. Soy nobinarie. Soy genderqueer. Y, con todas mis luchas con y contra mi masculinidad impuesta tiene mucho sentido salirme del binarismo de género, liberarme de esta opresión. Al mismo tiempo, quizás no sorprende que mi expresión de género se ha acercado más a lo socialmente llamado femenino, y que he “conseguido” cierto cis-passing como mujer sin quererlo. Pero esto es otro tema.
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