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¡Quememos este Estado del Bienestar!
Mi experiencia de abandono institucional
Escrito por Adriana, Robert y Zora, equipo Andrea Speck
¡Estamos hartes! ¡Estamos hartes de escuchar a Yolanda Díaz, Pedro Sanchez u otros miembros de este gobierno “progresista” o “de izquierdas” de su “Estado de Bienestar”! Es todo una mierda. Lo que hemos vivido nosotres en los últimos dos años, cuando realmente necesitábamos este Estado de Bienestar, solo ha sido ignorancia, indiferencia y abandono institucional. Y nos quedamos con ganas de tirar cócteles molotov a las oficinas de la (In)Seguridad Social, de los Servicios Sociales del Ayuntamiento, del Servicio de Salud, o a la Moncloa, al Ministerio de Trabajo o al Ministerio de “Inclusión” Social (¡qué título tan de palabrerío orwelliano!), e, incluso, a la Moncloa. O, quizás mejor que tirar cócteles molotov, ocupar estos edificios de control social y político para convertirlos en Centros Social Ocupados Autogestionados.
Pero, empezamos con nuestra experiencia de los últimos dos años. Todo empezó en noviembre de 2021, cuando el estrés postraumático por ser superviviente de abuso sexual en mi infancia, ser trans no-binarie, y de haber tenido una infancia de abandono, negligencia emocional, maltrato psicológico, me sobrepasó y tuve que darme de baja médica. Como era autonome (cotizando, sí), el pago de la incapacidad temporal no era suficiente para llegar al final del mes, especialmente como tuve que pagar mi psicóloga yo, e inicialmente necesitaba una sesión de terapia por semana (hasta hubiera podido con más). Mientras mi médico no me hizo ningunos problemas con la baja, pronto mi mutua me amenazaba con proponer el alta, como según sus ordenadores solo se necesita cuatro semanas para recuperarse de estrés postraumático. ¿En qué mundo viven elles? Sería genial, pero dos años más tarde sigo luchando. Por suerte, parece que al final nunca lo hicieron.
Otro abandono más: la Salud Mental Pública. Ya en enero de 2022 había pedido a mi médico de cabecera derivación a Salud Mental por ideación suicida. Sin problemas. Solo, la primera cita con Salud Mental la tenía dos meses más tarde. Si no hubiera tenido mi psicóloga por privado y mis amistades, dudo mucho que hubiera llegado a esta primera cita con Salud Mental vive. Y, la primera cita, ¿cómo fue? Poco útil, la verdad. Trastorno de ansiedad. Nada de estrés postraumático. Y, “el abuso fue ya hace mucho tiempo, lo tienes ya superado”… Y, prescripción de ansiolíticos y antidepresivos. Gracias, pero ¡no gracias! Siguiente cita en tres meses. ¿Qué hubiera hecho si no hubiera podido pagar de una manera u otra a mi psicóloga por privado, aunque ya reduciendo a cada dos semanas (no tenía dinero para más)? ¿Terapia a través de la Salud Mental Pública? ¿Cómo superviviente? ¿Superviviente trans no-binarie? Olvídate. Me atendía un hombre cis como psiquiatra, que dudo que tenía la más mínima idea de que es una persona no-binaria. O qué la asexualidad no es un trastorno… O como todo esto está entrelazado en un trauma súper complejo… Tres meses más tarde fui a mi segunda cita, le dijo que no estaba tomando los psicofármacos que me había prescrito, y, entonces, me dio de alta de Salud Mental. Gracias por tu comprensión. Gracias por tu ayuda. ¡Vete a la mierda!
Con 780€ mensuales de incapacidad temporal y gastos adicionales por pagar a mi psicóloga cada dos semanas pronto me quedó sin dinero. Una amiga asumió el gasto de mi psicóloga durante seis meses. ¡Muchas gracias, de verdad! Mientras tanto, me acercaba a doce meses de incapacidad temporal y a un Tribunal Médico. ¡No me sentía en condiciones para esto! Tampoco sabes el resultado, mucho menos cuando te niegas a su forma de tratamiento, que es drogarte.
Entonces empezó otra odisea administrativa. Como entonces ya tenía 58 años, y había cotizado por desempleo (antes de llegar a España más que 12 años, y mucho más que 15 años hacía mi jubilación (los requerimientos publicados en la web del SEPE para la ayuda para mayores de 52 años), intenté asegurarme que de verdad podría acceder a esta ayuda. Cita presencial con el SEPE en Camas. La funcionaria no le interesaba nada mi situación, simplemente me digo que no tenía acceso a esta ayuda, dándome información contradiciendo lo que dice la web del SEPE. Escribí al SEPE a través de su formulario web, explicándoles que me había dicho la funcionaria, y pidiendo clarificación. Solo reiteraron la información en la web: seis años de cotización para el paro, 15 años de cotización para la jubilación. ¡Qué bien!, pensaba. Entonces debería tener acceso a este subsidio. Y decidí darme de alta médica, como en realidad la baja no me ayudaba nada para recuperarme, y las restricciones y el control que vienen con una baja médica (y pensar en el Tribunal Médico) habían empezado a hacerme más daño que bien.
Pero no. Quizás fue una decisión equivocada basada en información errónea y contradictoria del SEPE. Solicité el subsidio y pronto me llegó la denegación, sin ninguna explicación con que requisito no estaba cumpliendo. Intenté reclamar, incluso quejándome con el Defensor del Pueblo. Del SEPE la respuesta fue simplemente el silencio administrativo, del Defensor del Pueblo al menos me llegó una explicación más profunda de los requisitos bastante ocultos en la web del SEPE. ¡Gracias, SEPE! ¡Gracias por la ayuda! ¡Gracias por otro abandono emocional!
Siguiente paso: pide ayuda a los servicios sociales del ayuntamiento de Sevilla. Contándole mi historia, la trabajadora puso una cara triste, pero en la práctica me dejaba bastante sin apoyo. ¿No puedes solicitar otra vez la ayuda para mayores de 52 años? ¿Para qué?, pensaba yo. Entonces, el Ingreso Mínimo Vital, esta medida social ejemplar de nuestro gobierno progresista. OK, solicité el IMV en enero de 2023, consciente de que mis ingresos en el año anterior – 2022 – estaban por encima del máximo solo con la pobre incapacidad temporal. Pero, como también me dijo la trabajadora social (y la Oficina de Derechos Sociales – ODS – en Sevilla), se puede solicitar tomar como base el año en curso. ¡Qué bien!, pensaba. En 2023 tenía previsto exactamente cero ingresos en este momento. Pero nadie me explicaba un pequeño pero importante detalle: solo a partir del 1 de abril de un año se puede solicitar tomar como base el año en curso.
Entonces, solicité el IMV en enero de 2023, solicitando tomar como base el año en curso. En mayo tuve cita presencial para preguntar sobre el estado de mi solicitud, y hablé con el funcionario de la Seguridad Social especialmente sobre mi solicitud de tomar como base el año en curso. ¡En mayo! ¡En una solicitud de enero! El funcionario no tenía mucha idea de nada, pero me recomendó hacer un escrito por separado explicando por qué esta solicitud. ¡Un consejo equivocado! Con algo de conocimiento lo mejor hubiera sido explicarme que solicitar tomar como base el año en curso solo es posible a partir del 1 de abril de un año, y no en enero. Entonces, el consejo correcto hubiera sido retirar mi solicitud y hacer una nueva solicitud en mayo, con la posibilidad legal de solicitar tomar como base el año en curso (también hubiera sido posible incluir esta pequeña explicación en el modelo online, o, incluso, deshabilitar esta opción antes del 1 de abril de cada año). Después de consejo equivocado subí mi escrito el mismo día a la plataforma del IMV. Casi dos meses más tarde, al inicio de julio, me llegó la denegación, pero solo con la frase “demasiados ingresos” – ninguna mención de que no es posible hacer la solicitud que hice…
En este momento estuve fatal. Ya me había sostenido desde casi el inicio del año principalmente con el apoyo económico de amistades, y el IMV había sido mi cuerda de salvavidas, sobre todo como tenía la idea de tener pleno derecho al IMV. Y, la verdad es, a partir del 1 de abril del mismo lo hubiera tenido si alguien me hubiera aconsejado correctamente. Pero no. Como estuve fatal, con la ansiedad a niveles insoportables, no estuve capaz de gestionar la situación yo misme. Necesitaba ayuda. ¿La trabajadora social? ¡Completamente inútil! Muches me habían hablado de un grupo de Podemos en Leon XIII en Sevilla, que hizo milagros con el IMV. ¡Lo que necesitaba! Pide cita, y la semana siguiente me hicieron la reclamación, que dos días después entregué a la Seguridad Social. ¡Qué bien!, pensaba. Pero, no. Nada bien. Esta gente que supuestamente hace milagros ni se había dado cuenta del pequeño detalle que en enero de 2023 no pude solicitar tomar como base el año en curso, que la denegación estaba legalmente correcta. Otra vez, el consejo correcto hubiera sido aceptar la denegación y presentar una nueva solicitud este mismo mes, en julio de 2023.
Ahora, en noviembre de 2023, me llegó la denegación de la reclamación. Otra vez, solo hace referencia a “demasiados ingresos”, sin mencionar en absoluto la fecha de 1 abril y mi (imposible) solicitud de tomar como base el año en curso.
Siento mucha rabia. Ira. Furia. Siento que he vivido dos años de abandono institucional. Dos años de gestión burocrática, dos años de enfrentarme a burócratas de varias administraciones que probablemente solo pensaban en el fin de su día de trabajo, y a las que les interesaba ni en lo más mínimo la persona que tenían ante de sí, y como esta persona – yo – se siente, como puede sostenerse esta persona. Tengo rabia, ira, furia. Tengo ganas de prender fuego a todas esas administraciones. ¡Que se quemen esos edificios inútiles, de control pero no de “bienestar”! Y, muchas gracias por esto abandono, que es un detonante potente de mi estrés postraumatico, como abandono es lo que he vivido todos los primeros 22 años de mi vida. ¡Gracias, Estado, por hacer dispararse a mi "Trastorno de Estrés Postráumatico (TEPT)" . Ya sé que tu, mierda de Estado, no me vas a ayuda. Ya cuento con tu abandono. Otra vez más, lo único que tengo es apoyarme en mis amistades, y mi red de apoyo.
Mi noviolencia se ha ido ya hace un tiempo. Nos hace falta una revuelta, unos disturbios. Nos hace falta dar salida a nuestra rabia, a nuestra ira, y no comérnosla (porque nos hace daño comernos a nuestra rabia).
¡Estoy harte! ¡Estamos hartes! ¡Absolutamente hartes! En una situación de extrema vulnerabilidad, de enfrentarnos a una multitud compleja de traumas, este “Estado del Bienestar” nos ha abandonado, nos ha dejado fuera. Por suerte no tenemos pasaporte español, no pudimos votar. Nos arrepentiríamos si hubieramos votado por uno de los partidos de este gobierno (mucho menos hubieramos votado por la derecha – ¡somos anarquistas todes en la comunidad interna de Andrea!). ¡Quememos a este Estado del Bienestar! ¡Quememos a sus instituciones, a todas las administraciones! Este Estado no es para nosotres, y da igual que dice una Yolanda Díaz, que dice un Pedro Sánchez. ¡Quememos a este Estado capitalista, colonial, patriarcal! ¡Quememos a cualquier Estado!
¡Revolución YA!
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