Pequeñas libertades

Desde el sábado podemos salir para dar un paseo o para hacer ejercicio, aunque todavía con muchas limitaciones. Pero ya es algo, y el sábado ya salí por la tarde (en el horaria permitido) para dar un paseo por el río, manteniéndome más o menos dentro del kilometro permitido. Y ayer por la mañana salí en bici, también por el río, pero como es ejercicio, sin la limitación de 1 kilometro (pero solo dentro del mismo municipio). Son una pequeñas libertades que ayudan para sentirme un poco mejor.

Desde mi caída el martes me he recuperado poco a poco desde el miércoles. Encontrarme con una amiga el miércoles, cocinar y comer juntes, también me ha ayudado mucho en este proceso. Sentirme humane, abrazarnos, el contacto social más allá de mis compañeras de piso. Siento que desde el martes el nivel de ansiedad ha bajado constantemente, a niveles soportables. Aunque se queda la falta de energía, de ánimo. Muchas veces pienso en hacer algo – escribir, trabajar en un articulo sobre una perspectiva queer de la justicia climática, escribir unos correos, hacer algo de bricolaje en mi habitación, leer un libro – pero muchas veces ni lo empiezo, y si lo hago, dentro de 15 minutos la energía desaparece, y dejo de hacerlo. Esto me pasa con cualquier cosa. Entonces hago poco todos los días, poco más que escuchar musica. Aunque, realmente lo entiendo como algo necesario, atendiendo a mi misme, recuperándome. “Hacer nada” muchas veces realmente no es hacer nada, es atender a si misme, aunque tampoco estoy pensando todo el tiempo conscientemente en atender a mi misme. Pero es lo que me piden mi cuerpo y mi mente.

Estoy pensando en viajar a Alemania, para afrontarme con la casa de mi miedo. Desafortunadamente, parece en el momento poco probable que puedo hacer esto este verano: se esta hablando de abrir las fronteras de España solo a partir de octubre. Me da miedo. Me da miedo también la “nueva normalidad” después de los cuatro fases de la desescalada del confinamiento. Me da miedo pensar en qué esto va a significar para nuestra vida social y cotidiana, pero también para el activismo político, hacer frente contra la doctrina del shock, contra la emergencia climática, …

Pero intento no pensar demasiado en esto. Intento centrarme en lo que puedo hacer ahora. Intento pensar en encontrarme con amigues (probablemente legal a partir del 11 de mayo), dar mis paseos o salir en bici, escribir cuando puedo, contribuir a la lucha por la justicia climática cuando puedo, pero sin sentir presión. Intento también conectar con mis amistades, mi red de afecto al nivel local y global. Intento atender a mis necesidades emocionales.

Estoy muy consciente de mis privilegios. Dentro de España o Sevilla (no paso hambre, por ejemplo, tengo mis necesidades materiales satisfechas), o al nivel global. Un amigo mio me pasó esta información sobre la situación en Colombia, por ejemplo, donde la gente no muere del virus, sino asesinada por los paramilitares o las fuerzas de “seguridad” del Estado. Otro amigo, de la India, me pasó un articulo sobre la situación de este país. O la situación en Manaos, en Brasil.

Pero también he aprendido que el hecho que otres lo pasan peor, sufren más, no me quita mi sufrimiento. No estoy negando mis privilegios – estoy muy consciente de mis privilegios. Pero también estoy muy consciente del sufrimiento que me ha causado el confinamiento, con viejos traumas resurgiendo. Estoy mejor ahora – mejor, no bien. Pero ha sido una lucha, ha sido doloroso, a veces muy doloroso. Agradezco mucho a mis amigues el apoyo que he recibido. No sé donde estaría hoy sin vuestro apoyo. Gracias.

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