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Los movimientos sociales ante el colapso de la civilización industrial
Una respuesta a Manuel Casal Lodeiro, La izquierda ante el colapso de la civilización industrial
Antes de entrar en el debate me gustaría agradecer a Manuel Casal Lodeiro su contribución a este debate tan importante y urgente. Hace falta mucho debate, siempre desde una perspectiva solidaria, porque sin debate no podemos entendernos mejor, ni avanzar en nuestra teoría y práctica.
También me parece importante señalar que el objetivo del debate no debería ser que todxs nos pusiésemos de acuerdo. Más bien creo que lo importante es que podamos entender y valorar toda la diversidad de perspectivas y estrategias, siempre que éstas sean compatibles hasta cierto punto, y no se bloqueen entre ellas.
Cuando acabé de leer el libro de Manuel, me quedé sobre todo con una sensación de confusión, y también me sentí un poco decepcionado. Decepcionado porque mientras el titulo habla de “La izquierda” (algo bastante difícil a definir), las estrategias propuestas por Manuel se centran en los partidos de izquierda que tienen cierta oportunidad de gobernar, algo que a mí personalmente no me interesa ni me importa (lo explicaré más adelante). Y aquí también entra mi confusión: Manuel dice repetidamente que los partidos de la izquierda ya no pueden ser los protagonistas de estos cambios que necesitamos tan urgentemente. Entonces, si lo que realmente hace falta es algo distinto, parcialmente nuevo, que incorpore teorías y practicas libertarias y de los movimientos sociales más recientes, sobre todo los movimientos feministas, ecologistas, queer [1] y noviolentos, ¿para qué centrarse en los partidos políticos?
1. Poder y cambio social
Creo que cuando queremos debatir sobre estrategias, es importante que pongamos sobre la mesa nuestra concepción del poder y cómo entendemos que funciona el cambio social. Si no lo hacemos corremos el riesgo de malentendernos, porque partimos de conceptos de poder distintos y también, por consiguiente, del funcionamiento del cambio social, razón por la cual llegamos a estrategias distintas. Cada estrategia se basa – más o menos conscientemente – en un concepto de poder y cambio social. Desde mi perspectiva, Manuel Casal da demasiada importancia tanto a los partidos, como al gobierno o al Estado, y a los medios de comunicación/propaganda.
En el libro de Manual Casal tuve que esperar hasta la página 300 para entender su concepto del cambio social, que se recoge en su esquema de influencias mutuas. Realmente, llegando a esta página pude entender nuestra falta de entendimiento o desacuerdo, dado que tengo otro concepto del cambio social.
El concepto del poder es clave para entender el cambio social y para criticar las estrategias tradicionales de la izquierda. Como bien dice John Holloway: "El problema del concepto tradicional de revolución no es quizás que apuntó alto, sino que lo hizo demasiado bajo. La idea de tomar posiciones de poder, ya sea la del poder gubernamental u otras más dispersas en la sociedad, no comprende que el objetivo de la revolución es disolver las relaciones de poder, crear una sociedad basada en el reconocimiento mutuo de la dignidad de las personas. Lo que ha fallado es la idea de que la revolución significa tomar el poder para abolir el poder." [2]
O, como decía el anarquista alemán Gustav Landauer ya hace casi 100 años: “El Estado es una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones, comportándonos de manera diferente, con uno y con el otro” [3].
Landauer nos señala que el Estado y, por tanto, el poder es relacional, algo que me parece clave para entender el poder. El poder no existe por sí mismo, siempre necesita una relación para construir poder, o más correctamente, para construir el poder-sobre, la relación de dominación, que es lo que normalmente entendemos cuando utilizamos la palabra poder a secas.
Siguiendo este pensamiento podemos decir que un gobierno no tiene el poder simplemente por ser el gobierno, aunque se trate de una dictadura militar. Las personas en posiciones de poder no tienen más poder por sí mismas que cualquier otro ser humano. Si esto es así, como afirma Gene Sharp, el poder para gobernar debe venir del exterior, tiene que estar basado en fuentes externas. Estas fuentes externas comprenden la autoridad (la aceptación por la población del derecho a gobernar de la élite), recursos humanos (la gente que da su apoyo a la élite con sus habilidades y conocimientos), factores intangibles (como por ejemplo ciertas consideraciones psicológicas y condicionamientos ideológicos), y los recursos materiales y sanciones que se encuentran a disposición de quienes detentan el poder. Estas fuentes de poder dependen de la obediencia y cooperación de la población. La relación entre mando y obediencia es interactiva, y el "poder-sobre" solamente puede ejercerse con la aceptación activa o pasiva de las personas gobernadas [4].
Stellan Vinthagen critica la teoría de poder de Sharp como demasiado simplista. Utilizando a Foucault, Vintagen complementa esa teoría con las ideas del filosofo francés, insistiendo en que ninguna persona puede existir totalmente fuera de las relaciones de poder pero, al mismo tiempo, tampoco totalmente dentro del poder. En vez de la aceptación (o del consentimiento) de Sharp, Vinthagen habla del poder como subordinación. Y esta subordinación, como la aceptación, implica la participación de la persona que se subordina, de forma más o menos voluntaria o consciente (muchas veces casi inconscientemente).
Tanto en la aceptación de Sharp como en la subordinación de Foucault el poder siempre es una relación. Y si la subordinación requiere la participación, aunque a veces inconsciente, de la persona que renuncia al control de sí misma y se subordina, existe un espacio para la resistencia al poder. La noviolencia intenta utilizar, y organizar, esos espacios de resistencia de forma noviolenta. Vinthagen dice: “Si entendemos poder como subordinación, como hace el movimiento noviolento, existen unas consecuencias interesantes sobre cómo entendemos resistencia. La resistencia se convierte en el intento de entorpecer o romper las relaciones en la que los seres humanos somos transformados en herramientas para otros y somos utilizados como sirvientes dentro de una jerarquía. La resistencia puede ser dirigida hacia la estructura, el proceso, las relaciones o técnicas de la subordinación. Entonces, la resistencia de lo que trata es de socavar la subordinación” [5].
Siguiendo este pensamiento sobre el poder, llegamos a otras conclusiones sobre cómo funciona el cambio social. Sobre todo requiere, como escribió Gustav Landauer hace más que 100 años, “establec[er] otras relaciones, comportándonos de manera diferente, el uno y con el otro”. En este sentido quien nos gobierna es poco relevante mientras siga gobernándonos, y nosotrxs sigamos subordinándonos. La llave está en el empoderamiento social desde abajo. Y lo que quizás es más importante: cuando trabajamos con las instituciones no estamos entrando en “otras relaciones”, no nos comportamos “de manera diferente, uno con el otro”. No dejamos de subordinarnos a las instituciones, y continuamos reproduciendo las jerarquías que tanto frenan el cambio social profundo que hace falta. Es importante, porque todas nosotras hemos aprendido a subordinarnos, a funcionar dentro de este sistema, y hay que desaprender mucho para salir de esta manera de hacer las cosas – tan disfuncional – y aprender a organizarnos de una manera diferente y horizontal.
2. Las instituciones son parte del problema, y no de la solución
Manuel Casal Lodeiro en su libro dice varias veces que necesitamos otras instituciones, incluso al nivel local, y no podría estar más de acuerdo. Al mismo tiempo no podemos ignorar las instituciones que hay, aunque no nos gusten, hasta aquí también creo que estoy de acuerdo con Manuel Casal.
Las instituciones nunca son neutrales, y lo que hacen no depende solamente (o principalmente) de quién las controla. Además tengo mis dudas de que tener un ayuntamiento con un gobierno local “de izquierdas” llegue a significar que este sea el que realmente controle la administración local.
Del mismo modo que una mujer como primera ministra (Teresa May en el Reino Unido, o Angela Merkel en Alemania, por ejemplo) no cambia ni un milímetro el carácter heteropatriarcal del Estado, o un ministro gay o una ministra lesbiana tampoco lo cambiaría, un gobierno de “izquierdas” tanto al nivel local como estatal no cambia ni un milímetro el carácter heteropatriarcal, capitalista, extractivista, militarista, etc de la institución, independientemente de que esta sea local o estatal. Porque las instituciones se crearon para servir a ciertos intereses, y no importa quién las controle.
Mi problema con la ola reciente de formaciones electorales de izquierdas al nivel local (Ahora Madrid, Barcelona En Comu, etc.) es que echo en falta una reflexión acerca del papel que juegan las instituciones que han tomado, y sobre el marco legal en el que se mueven. Sus políticas se quedan en iniciar unas pequeñas reformitas que no ponen en cuestión el sistema capitalista heteropatriarcal y que tampoco avanzan en dar una solución al problema del colapso civilizatorio y del cambio climático al que nos enfrentamos.
Si estas formaciones electorales de izquierdas quieren, en serio, cambiar la sociedad, tienen que salir del marco legal que impone el Estado, practicar una desobediencia civil desde las instituciones, algo que al menos desde mi conocimiento ninguna de estas formaciones se ha planteado todavía (quizás con la excepción de la CUP en Catalunya, pero desde una perspectiva nacionalista que tampoco nos sirve para afrontar el problema [6]).
Hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos: la revuelta del barrio de Poplar en Londres (un barrio bastante pobre) en contra de la recaudación de unos impuestos en 1921, durante la que los 30 consejeros del barrio fueron encarcelados indefinidamente por desobedecer las órdenes del juzgado (fueron liberados después de un mes) [7]. Y lo que planteaban desde Poplar no era nada que cuestionara fundamentalmente el funcionamiento del Estado capitalista inglés, sólo era un detalle. Cuál va a ser la respuesta del Estado cuando un ayuntamiento decida no colaborar con el sistema capitalista y extractivista, e implementar decididamente una transición hacia una sociedad local, autogestionada, post-petrolera, queer, etc.?
3. Organizing y desobediencia: la revolución y la construcción de la nueva sociedad van de la mano
Ante la perspectiva del cambio climático y de un colapso cercano, es obvio que no podemos esperar a la revolución (y ¿a qué revolución?), necesitamos actuar ya y crear el nuevo mundo ahora. El Movimiento de Transición pretende hacer exactamente esto, pero no llega muy lejos. Se queda en unos pequeños proyectos de transición – más o menos reducidos a unos pequeños proyectos ecológicos – en un gueto de personas ya convencidas. Algo está fallando, y no creo que la solución solamente venga desde la educación, la información o la comunicación (aunque todo esto también haga falta).
El problema lo veo en la forma de los proyectos de transición, que no parten de las necesidades de las personas más marginadas, y no dan respuestas a sus necesidades inmediatas. Se quedan en un gueto de hippies y freaks convencidxs (no uso estos términos para insultar, son términos muy positivos), y en el mejor caso sirven como experimentos muy válidos de los que podemos aprender un montón para el futuro, y en el peor caso sirven para promover la gentrificación de los “barrios en transición”.
Para salir del gueto y no caer en la trampa de la gentrificacion mi propuesta sería un encuentro entre el community organizing, de Saul Alinsky [8] y la transición, y prefería hablar de “barrios organizados para la transición”.
Maribel Casas y Sebastian Cobarrubias explican los principios de la perspectiva del community organizing de la forma siguiente:
- Se parte de una serie de personas con lazos entre sí, que comparten un espacio común de interacción cotidiana, siendo este componente territorial el factor de unión. El community organizing trabaja en contextos donde no hay una comunidad como tal, pero sí existe un territorio compartido por diferentes organizaciones, grupos étnicos, religiosos, etc. Parte del arduo trabajo del community organizing es lograr cuajar estas multiplicidades y divisiones.
- Se establecen una serie de demandas concretas realizables a corto plazo. A la vez, se mantiene una noción de cambio social estructural y multi-escalar, donde se relacionan temas económicos, raciales, de género, etc.
- El énfasis se pone en el proceso, no sólo en las metas de una lucha particular: se tiene muy presente la importancia del proceso de empoderamiento, y de movilización por las necesidades y derechos de cada persona, generando liderazgo por el cambio social donde antes había impotencia y desconexión [9].
Como dicen Kim Bobo, Jackie Kendall y Steve Max, “Lo personal es político. El organizing insiste fundamentalmente en las relaciones entre personas. Se trata de cambiar el mundo y cambiar la manera en la que los individuos actúan juntos”[10].
El encuentro entre el community organizing y la transición significaría introducir cambios en los dos conceptos. En el community organizing veo la necesidad de hablar menos de “demandas concretas realizables”, sino de poner en marcha soluciones concretas a los problemas por nosotrxs mismxs, de forma legal o de forma ilegal, si fuera necesario. No obstante, también hacen falta demandas concretas cuando se violan nuestros derechos, pero veo mas importante el hacer que el exigir.
Para la transición sería necesario abrirse a un proceso mucho más abierto, con algunos resultados potenciales que quizás no responden exactamente a como nosotrxs entendemos la transición, pero que responden más a las necesidades inmediatas de la gente del barrio. Pero tengo la confianza de que podemos aprender caminando, y deque si se empodera el barrio, y crece la confianza, también seremos capaces de poner en marcha soluciones mucho más radicales que necesitarán un cambio mucho más profundo, tanto al nivel individual, como a los niveles colectivos y estructurales.
La alternativa es que nos quedemos cómodos en nuestro gueto y dejemos a la parte marginada de la población, una parte creciente, expuesta a los cazadores fascistas, como está pasando en EE.UU. (Donald Trump), Reino Unido (UKIP) y otros países.
La perspectiva del community organizing nos permitiría crear comunidades potentes a nivel local y crear el nuevo mundo ya. Al otro lado del espectro hace falta frenar el cambio climático y el colapso civilizatorio. Para esto veo la necesidad de campañas potentes a nivel estatal (e internacional) contra el uso y la explotación de combustibles fósiles, campañas como por ejemplo 350.org [11], con movilizaciones potentes y acciones que incluyen la desobediencia civil y la acción directa noviolenta a niveles de masas.
Estas dos estrategias – las dos desde abajo – encajan con los Cuatro Pilares de la Infraestructura para la Justicia Social, una herramienta desarrollada por el Miami Workers Center (MWC):
- la Política: se puede entender este pilar como un cambio concreto dentro del sistema actual: un cambio legislativo o de la práctica de las autoridades o instituciones existentes.
- la Conciencia o el cambio del pensamiento y del paradigma de la sociedad.
- el Servicio engloba, como dice Dean Spade “un trabajo que está al servicio directo de las personas vulnerables. Ayuda a estabilizar sus vidas y fomenta su subsistencia, incluida la prestación de servicios básicos como alimentos, asistencia jurídica, cuidados médicos y atención a la salud mental” [12]. Es decir, el pilar de los servicios no se limita a exigir servicios del Estado, sino que pone en práctica la provisión de servicios básicos autogestionados por el movimiento.
- el Poder, entendido no como la toma de las instituciones, sino como poder autónomo y comunitario basado en el liderazgo de la comunidad.
En este sentido, los barrios organizados para la transición responderían a los cuatro pilares al nivel local: demandas de cambios concretos dentro del sistema actual, conciencia, servicios (las respuestas concretas puestas en marcha por la gente del barrio que responden a sus necesidades), y poder autónomo. Las campañas estatales e internacionales responden más a los primeros dos pilares, pero necesitan al mismo tiempo apoyarse en el poder autónomo de los barrios organizados.
¿Utópico? Sí, pero tengo la confianza que sería posible hacerlo realidad si es lo que queremos. Tengo confianza en la capacidad de la gente empoderada y organizada, y además no veo otra alternativa. Y mejor empezar ahora, y dejar atrás el debate sobre las estrategias desde arriba.
Andreas Speck
Andreas Speck se define como persona genderqueer es anarquista y activista noviolenta, con una larga trayectoria en los movimientos ecologistas, anti-nucleares y antimilitaristas de Alemania, Inglaterra y en el Estado español. Estudió ingeniería del medio ambiente, y lo dejó pronto, al entender que los problemas son principalmente sociales y políticos, y no tecnológicos. Trabajó en una revista anarquista noviolenta alemana (Graswurzelrevolution), en un proyecto educativo de empoderamiento social, y en la oficina de la Internacional de Resistentes a la Guerra. Hoy en día trabaja con la cooperativa informática Netuxo y es miembro de La Transicionera.
Publicado en el blog de La Transicionera.
Notas
[1] Los movimientos queer no aparecen ni en una nota de pie del libro de Manuel Casal Lodeiro, pero me parece importantísimo incorporar la critica y practica queer.
[2] John Holloway: Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder. El Significado de la Revolución Hoy, 2002, http://img9.xooimage.com/files/f/9/f/cambiar-el-mundo-...el-poder-1275850.pdf, acceso el 16 de diciembre de 2016
[3] En: Martin Buber, Caminos de Utopía. Fondo de Cultura Económica, México, 1991
[4] Véase por ejemplo: Gene Sharp: La Lucha Noviolenta. Criterios y Métodos. Ediciones ChileAmerica, Santiago, 1988, https://www.aeinstein.org/wp-content/uploads/2013/10/La-Lucha-Politica-Nonviolenta.pdf; Gene Sharp: Como funciona la lucha noviolenta. La Institución Albert Einstein, Boston 2014, http://www.aeinstein.org/wp-content/uploads/2014/02/C%C3%93MO-funciona.pdf; Andreas Speck: Noviolencia y poder, en: Internacional de Resistentes a la Guerra: Manual para campañas noviolentas, 2nda edición, Londres, 2015, https://wri-irg.org/es/story/2016/noviolencia-y-poder?language=es, acceso el 4 de febrero de 2017; Mario López Martínez: Noviolencia. Teoría, acción política y experiencias. Educatori, Granada, 2012, http://www.ugr.es/~mariol/files/publicaciones/libros/1.pdf, acceso el 4 de febrero de 2017
[5] Stellan Vinthagen: A Theory of Nonviolent Action. How Civil Resistance Works. Zedbooks, London, 2015
[6] Para que no hay un malentiendemiento: entiendo el conflicto sobre la independencia de Catalunya del Estado español o no como un conflicto entre dos nacionalismos – el catalán y el español – y me da igual. Donde los Estados – no importa de que tipo – dibujan sus fronteras para mi es una cuestión absolutamente irrelevante, por que siguen siendo fronteras y Estados.
[7] Hay un resumen en Wikipedia ingles: Poplar Rates Rebellion, https://en.wikipedia.org/wiki/Poplar_Rates_Rebellion, acceso el 4 de febrero de 2017
[8] Saul Alinsky: Tratado para radicales. Manual para revolucionarios pragmáticos, Madrid, 2012
[9] Maribel Casas y Sebastian Cobarrubias: Introducción. Community Organizing: el legado de Alinsky en la cultura política estadounidense. En: Saul Alinsky: Tratado para radicales. Manual para revolucionarios pragmáticos, Madrid, 2012
[10] Kim Bobo, Jackie Kendall, Steve Max: Organizing for Social Change. Midwest Academy Manual for Activists, 3a edición, Steven Locks Press, Santa Ana y Minneapolis, 2001
[11] Véase: https://350.org/es/como-trabajamos/, acceso el 4 de febrero de 2017
[12] Dean Spade: Una vida “normal”. Violencia administrativa, políticas trans criticas y los limites del derecho. Barcelona, 2015
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