Blues navideño
Navidad. Esta temporada de mierda. Familia. Mierda. Cada año, navidad en mi desencadena una depresión, y este año la depresión navideña viene con fuerza. Normalmente intento escapar, visitar a amigues, y mejor aún escapar a un país sin navidad (es decir, un país no cristiano). Este año no lo he hecho. Mierda.
Navidad. Tiempo de familia. Un tiempo que me hace recordarme de mi infancia, y me vienen pocos recuerdos agradables. Soledad. Tristeza. Abandono emocional. Falta de empatía. Falta de comprensión. Pretensión de felicidad. En resumen: una mierda. Una mierda que he encerrado durante mucho tiempo, pero que desde unos años dejo salir, cómo no me ha resuelto muy sano encerrar todo mi pasado, toda mi infancia, y tirar las llaves. Estaba escapando por todos los lados (no había cerradura suficientemente eficiente), y me causaba más problemas que me proporcionaba tranquilidad. Entonces, después de mi ‘breakdown’ fuerte hace tres años, ahora dejo salir esta mierda, conecto con mi tristeza y soledad de mi infancia. No obstante, la “tranquilidad” de navidad y el peso que tiene en la vida cotidiana de Sevilla la familia en esta temporada me hace caer en una depresión más fuerte.
Pero la depresión no solo tiene su origen en el pasado. También lo tiene en el presente. ¿Realmente hemos conseguido construir otras comunidades, otras redes afectivas? Durante navidad siento que para casi todes la familia (tradicional, heteronormativa, “de sangre”) sigue siendo lo más importante. A veces con gusto, muchas veces por una sensación de “deber” o responsabilidad. Estas otras comunidades y redes de las qué hablamos tanto parece que desaparecen durante navidad, dejando a mi – a nosostres que no tenemos o no queremos esta familia de la sangre – sin nuestra comunidad, sin nuestras redes afectivas. Y vuelve la soledad. Mierda.
Y me hace dudar de nuestras comunidades y redes afectivas. ¿Son reales?, es la duda que me viene. Estoy consciente de que esto tiene mucho que ver con mi vida, con mi infancia. Me cuesta confiar. Me cuesta, sobre todo, confiar en el afecto, como vivía otra cosa, donde el afecto era más una pretensión, o quizás era real, pero era un afecto sin comprensión, sin empatía (si esto es posible). El amor de la madre hacia su hijo como ella le quiere imaginarse, y no como era, con sus deseos y necesidades incumplidas. Este amor, ¿se puede llamar amor o afecto? Me ha estrangulado, encerrado, o más bien, me ha hecho encerrarme para defenderme, para sobrevivir, desconectarme de mi misme y de mis emociones, encerrarme en una soledad enorme. Entonces, me cuesta confiar en nuestras redes afectivas cuando desaparecen temporalmente, como durante navidad. Con la cabeza sé que están, sé qué están sobre todo cuando las necesito, pero emocionalmente me cuesta confiar en ellas. Otra mierda más que contribuye a mi depresión.
Sé qué esta depresión pasará, probablemente después de Los Reyes (¡Dos semanas! ¡En España la navidad se alarga demasiado!), cuando la vida vuelve a su ritmo “normal”. Mientras tanto, tengo que vivir con mi depresión, con mi tristeza, con mi soledad, con mi blues navideño [1]. Este año, todavía no se como hacerlo, como la depresión me esta tocando con más fuerza. Me siento al borde de llorar, pero al mismo tiempo no puedo – estoy bloqueándome, y todavía no sé que hay detrás de este bloqueo emocional. Sé, de experiencia, que llorar puede ser una liberación, pero al mismo tiempo llorar puede abrir algunas puertas que, quizás, todavía no estoy dispueste a abrir.
Me da un poco de miedo la soledad durante navidad. Me da un poco de miedo entrar en un circulo vicioso hacía abajo (siento un poco que ya estoy en este circulo), hacia otro ‘breakdown’, como en el verano hace tres años. Me da un poco de miedo que esta vez el blues navideño no pasará, sino que podría ser el inicio de una depresión más profunda. Espero que me equivoco. Espero que es solo esto – una depresión breve, una reconexión con mi infancia poco agradable que en si misma no es nada malo, y que la depresión pasará. Y sé, si no es así, que puedo confiar en el apoyo de mis redes afectivas para superar cualquier depresión o cualquier ‘breakdown’. Y sé que no me queda otra cosa: voy a vivir mi blues navideño.
Nota:
[1] En inglés la palabra blues no solo refiere a un estilo de musica, sino también se usa con el significativo de depresión o un bajón potente.
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