25N: Sanar trauma a través del artivismo
Hace poco escribí sobre el trauma de mi última relación en relación con el 25N, y como este trauma esta relacionado con el 25N y el trabajo en nuestro grupo queer sobre la violencia machista más allá de un marco cisheteronormativo. De hecho, este trabajo ha sido el desencadenante, que me ha hecho conectar con este trauma, un trauma de que ni sabía que existía.
Mi primera reacción al trauma fue alejarme del trabajo sobre violencia machista, como sentía que me tocaba demasiado cerca. Pero no me funcionaba. La herida del trauma se abrió cada vez más, y cada vez más también se abrieron heridas cicatrizadas de mi trauma complejo. Hace un año empecé a nombrar mi trauma de mi infancia y adolescencia como trauma complejo, y escribí en mi blog, empezando con una larga cita de Pete Walker, que repito aquí ahora: “La minimización de las consecuencias debilitantes de una infancia llena de negligencia emocional es el núcleo de la cebolla de negación del TEPT. Nuestros esfuerzos de recuperación se ven obstaculizados hasta que comprendemos cuánto de nuestro sufrimiento se constata en torno al abandono emocional temprano - en torno al gran vacío que surge de la falta de interés y compromiso amoroso de los padres, y en torno a la angustiosa experiencia de ser pequeñe e impotente mientras creces en un mundo en el que no hay nadie que te apoye. Muches sobrevivientes nunca llegan a descubrir y trabajar las heridas que se correlacionan con este nivel, porque asignan su sufrimiento a un abuso abierto y nunca llegan al tema central del abandono emocional. Como ya se ha dicho, esto es especialmente cierto cuando comparan con desdén su trauma con el de aquelles que fueron abusades de manera más notoria y dramática. (...). El descuido emocional traumático se produce cuando une niñe no tiene une sole progenitore o cuidadore al que pueda acudir en momentos de necesidad o peligro, y cuando no tiene a nadie durante un período de tiempo prolongado que sea una fuente relativamente constante de consuelo y protección. Crecer emocionalmente desatendide es como casi morir de sed justo fuera de la fuente cercada de la bondad e interés de une progenitore. La negligencia emocional hace que les niñes se sientan inútiles, no querides y terriblemente vacíes, con un hambre que roe profundamente el centro de su ser, dejándoles hambrientes de calor humano y consuelo - un hambre que a menudo se transforma con el tiempo en un apetito insaciable de sustancias y/o procesos adictivos.”
A leer este texto otra vez, un año y medio después, otra vez me pongo a llorar. La herida sigue abierta.
Cuando empecé a recordarme de algunos aspectos del trauma de mi última relación – hace 13/14 años – se abrió rápidamente esta herida, y, sobre todo, otra vez me vinieron las dudas sobre un abuso sexual en mi infancia. Lo más difícil del trauma complejo es que es un trauma sin recuerdos, o, más bien, de recuerdos puramente emocionales. Mi cuerpo se recuerda a veces, pero en mi mente se queda un vacío, y no tengo ni idea a que se recuerda mi cuerpo, a que aspecto de mi vida me esta llevando este flashback emocional.
Con el trauma de mi última relación, cuando pensaba en el asco de ciertas practicas sexuales, a veces ya no tenía claro si tenía 40+ años y que la polla que estaba chupando era de mi pareja, o si tenia quizás 10 o menos años, y la polla era de no se quien. Normalmente, cuando estoy bien, llevo bien esta incertidumbre respeto a un posible abuso sexual. Llevo bien que nunca tendré una respuesta a esta pregunta, y me quedo con un “probablemente no”. Nunca llego a poder decirme con convicción que no hubo abuso sexual. Nunca.
Con la herida muy abierta, ya no fui capaz de decir “probablemente no”, y la incertidumbre se hizo muy grande, muy dolorosa e insoportable.
Me recordaba de que empezaba a romperme exactamente con esta pregunta hace cinco años: ¿fui yo víctima de un abuso sexual en mi infancia? Me recordaba que siempre me fascinaban las novelas con tema de abuso sexual infantil – pienso en Scott Heim’s Mysterious Skin, que leí en 1996 (!), o Hanya Yanagihara’s A Little Life (Tan poca vida). También me recuerdo que el primer libro que me compré cuando colapsé en agosto de 2016 fue Richard B. Gartner’s Beyond Betrayal. Taking charge of your life after boyhood sexual abuse (Más allá de la traición. Tomar las riendas de tu vida después de un abuso sexual en la infancia – especialmente un abuso sexual sufrido como niño).
Creo que luego conseguí en la terapia aprender a aceptar que nunca voy a tener una respuesta. Pero, periódicamente, cuando estoy male, se abre esta herida otra vez, y esta vez lo hizo con mucha fuerza.
Para volver al 25N y el trabajo de nuestro grupo queer: decidimos en una asamblea hace semanas trabajar la violencia machista desde una perspectiva no cisheteronormativa, y hacerlo a través del teatro imagen. Hace una semanas tuvimos una asamblea/convivencia, inicialmente con la idea de ya trabajar las imágenes, pero al final solo llegamos a hacer la pancarta y identificar los puntos claves para nosostres a incluir en una octavilla: la LGBTIQA+fobia cómo una forma de violencia machista, la violencia machista dentro de nuestras comunidades, y dentro de nuestras relaciones.
Empezaba a recordarme cada vez más del trauma de mi última relación, y inicialmente tomé la decisión de retirarme del teatro imagen. Me daba mucho miedo pensar en trabajar en nuestras propias experiencias, pero también trabajar con el cuerpo, como estoy muy consciente de que mi cuerpo lleva recuerdos que mi mente no tiene.
Finalmente, el 23 de noviembre, cuando tuvimos previstos un ensayo del teatro imagen, una compañera comunicó que por razones de autocuidado tuvo que retirarse de la performance. Yo no tenía previsto participar y asistir al ensayo. Pero al mismo tiempo para mi fue muy importante que saldrá adelante, por el grupo, pero, creo que, no solo. Había algo que tenia que ver con mi trauma que lo hizo muy importante. Empezaba a dar vueltas sobre si o no participar en la performance, con muchos miedos inicialmente (algunos tenían que ver con otras movidas emocionales al mismo tiempo, pero estos se hicieron cada vez más pequeños). Por la tarde había decidido asistir al menos al ensayo, sin compromiso, pero se canceló por lluvias (esto es Sevilla).
Pasé la noche fatal, y el 24 de noviembre estuve en un estado de vulnerabilidad máxima, con la capacidad de gestionar frustraciones de une niñe de quizás tres o cuatro años. Estuve realmente en un flashback emocional, al menos hasta quizás la tarde de este día. Hice el diseño de nuestra octavilla basada en la revisión del texto de una compañera, y cuando por la tarde otra compañera escribió que había hecho otra revisión más profunda (no del contenido, de la forma de expresarlo), me rompí y empecé a llorar en la calle. Tardé un tiempo para tranquilizarme, y tomé la decisión de retirarme del tema de la octavilla (que al final revisé el día siguiente). Estuve al punte de sentirme incapaz de asistir a la marcha nocturna este mismo día. Al final fui, y fue bien. Sanador.
Pero la noche otra vez fue brutal. Tuve unos episodios de unos flashbacks emocionales muy fuertes, por suerte breves. Pensando en el asco del sexo durante mi última relación entré en un estado casi de pánico. Lloré con mucho miedo, con el estomago contraído por miedo, pensando en mi como niñe, y no en mi última relación.
El 25N me levanté emocionalmente agotade y muy cansade. Pero durante la mañana conseguí tranquilizarme y centrarme en la performance, y cuando fui al ensayo por la tarde estuve sorprendentemente tranquile. El miedo había desaparecido. Practicamos un poco la performance, y – con la lluvia – fuimos a tomarnos una cerveza o un café. Me sentí preparade para la performance, algo nerviose, pero al mismo tiempo muy tranquile.
Con la lluvia cambiaron algo los planes de la concentración, pero al final hicimos nuestra performance, y con éxito. Para mi fue una experiencia muy liberadora. Creo que al final la decisión de meterme a full en la performance me permitió dar sentido a mi trauma de mi última relación, ponerlo en el contexto de una violencia machista, y no ver mi experiencia como un fracaso personal o conectar con esta vergüenza toxica del trauma complejo que te dice que eres “una mala persona”, “intrínsecamente male”, que te mereces todo lo malo, y que nadie te quiere.
Me fui a casa después de tomarme un vino con unes amigues, pero fui temprano, agotade emocionalmente, pero contenté. Esta noche tampoco dormí bien, pero fue más por la euforia de haber participado en la performance, y por gestionar tantas emociones contradictorias del día y de los días anteriores.
Hoy, tres días después, me siento mucho más tranquile. Realmente no sé si puedo otra vez responder con un “probablemente no” a mi pregunta sobre el abuso sexual en mi infancia, pero no obstante me quedo tranquile. Sé que lo he sobrevivido, que ya no estoy en peligro.
La herida del trauma de mi última relación queda abierta, pero también empieza a cicatrizar. Tengo trabajo emocional pendiente al respeto, pero ya este trauma no me consume. La herida se abrió con el 25N, y la herida empieza a sanar con el 25N – por haberme metido en la performance, por el artivismo de Disidencias del Sur.
Gracias, compañeres.
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