Sin reproducción no hay producción
No a un nuevo confinamiento y al cierre del ocio
Otra vez más restricciones de la vida social, del ocio – de la esfera de la reproducción. Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucia, no deja de repetir “que el 70% de la actividad económica del país ocurre entre la mañana y las cinco de la tarde”. Entonces, según Moreno, se puede cerrar los bares (y toda actividad “no esencial”) a las 18:00h, se puede adelantar el toque de queda a las 22:00h para frenar los contagios, y lo hacen a partir del martes, 10 de noviembre. Y ya han prohibido los botellones, han adelantado el cierre de los parques en muchas ciudades (en Sevilla a las 21:00h). Parece que lo único que nos dejan hacer es trabajar.
Pero se olvidan de un aspecto importante. No somos ni maquinas, ni esclavos. Para producir, también necesitamos la reproducción, recuperar energía, regenerarnos. No podemos trabajar día tras día sin no solo un descanso (que sí nos permiten), sino también de una vida más allá del trabajo que nos permite recargar a nuestras baterías. ¿Cómo piensan lo hacemos? ¿Mirando la tele? ¿Videojuegos? ¿Consumiendo pornografía online (el consumo de pornografía ha aumentado mucho desde el inicio del confinamiento)? ¿Drogándonos con alcohol o otras drogas?
Cómo dice Isodoro Moreno en un articulo reciente en El Diario de Sevilla, “El aislamiento absoluto, el distanciamiento total, la vida en burbujas microfamiliares convertidas en bunkers físicos y emocionales solo comunicadas por vía digital, es un escenario de ciencia-ficción y una quimera porque las relaciones sociales son para los seres humanos como el oxígeno para los pulmones: solo se pueden interrumpir por un muy limitado periodo de tiempo.”
Necesitamos este oxigeno para vivir, para poder trabajar. Relacionarnos con otras personas no es solamente para el disfrute, es imprescindible para nuestra salud mental (y física), para nuestra reproducción, para recargar a nuestras baterías.
No al negacionismo
Criticar a las medidas y restricciones no significa negar que vivimos en tiempos difíciles, que la pandemia es real, que el virus SARS-CoV-2 es peligroso. No obstante, aceptar que vivimos en tiempos excepcionales no significa que no podemos criticar a la gestión capitalista y principalmente biologista/epidemiológica de la crisis. La salud va más allá de la salud física. No solo el virus mata, también lo hacen las restricciones. ¿Cuantas personas han muerto o están sufriendo consecuencias graves por que no se les ha diagnosticado otra enfermedad grave, un cáncer, o otra infección? Cuantas personas mayores en las residencias han muerto prematura por tristeza y aislamiento, por falta de contacto e interacción? Cuantas personas mayores en las residencias han sufrido y deterioro de su salud – de su alzhéimer o demencia – por el aislamiento, probablemente llevándoles a una muerte prematura?
¿Cuantas personas están sufriendo una ansiedad o una depresión grave? ¿Cuantas personas se están ‘medicinando’ con alcohol o otras drogas, por que no pueden soportar más su ansiedad o su depresión? ¿A cuantas personas esto ha llevado al suicidio ya, o tienen una alto riesgo de suicidarse?
De estas muertes no hay estadísticas, mientras nos presentan las estadísticas de la COVID-19 casi a tiempo real. Solo hace falta que los medios de comunicación ponen un contador en sus webs que se actualiza automáticamente cuando otra persona es diagnosticada, otra persona ingresa en un hospital, en la UCI, cuando otra persona fallece. Todo esto es muy grave y trágico – no quiero disminuir la seriedad de la situación, y mucho menos el dolor que esta causando a muchas personas – pero estas noticias de la COVID 24/7 no sirven para más que crear pánico y miedo, mientras lo que necesitamos es calma y claridad para aprender a convivir con el virus.
Otra gente ya ha hecho otras propuestas para frena al virus, como por ejemplo Zeynep Tufëkçi en un articulo en CTXT.es. Existen alternativas al confinamiento, existen alternativas a quitarnos las ganas de vivir.
Resistencia creativa a las nuevas restricciones
No podemos permitir que nos quitan este oxigeno que necesitamos para vivir de que habla Isidoro Moreno, aunque quieren hacerlo. Si cierren los bares por la tarde, no nos queda otra cosa que reunirnos en nuestras casas, y mejor si tenemos terraza. O en los parques y plazas (cuidado con la prohibición de los botellones. Podemos hacer un pícnic, pero mejor sin bebidas alcohólicas, para que no nos multan). Y si queremos quedarnos para cenar podemos llevar el saco de dormir y quedarnos en casa de nuestras amistades para dormir – como volver a casa antes de las 22:00h es simplemente ridículo, todavía más en Andalucia.
Nos quitan el ocio, y tenemos que auto-organizarnos para seguir teniendo una vida. Podemos hacer una noche de cine en casa, y quedarnos a dormir. Podemos socializarnos en espacios públicos y privados, mejor si es posible al aire libre, asumiendo la responsabilidad individual y colectiva ante la crisis sanitaria, pero seguir con una vida que merece la pena ser vivida.
Posiblemente tenemos que superar nuestro miedo a la policía. Recuerda: la policía no tiene el derecho de entrar en tu casa sin una orden judicial. Aunque mejor no hacemos una fiesta con 20 o más personas, tampoco tenemos que tomar el limite de seis personas como absoluto. La vida no es así.
Autocuidado y resistencia
Sin reproducción no hay producción. Quitarnos las opciones para regenerarnos nos enferma. Entonces, llamamos al médico, nos damos de baja médica por ansiedad, por depresión, por síndrome de trabajadora quemada, por lo que sea. La salud es más que solo la COVID-19, y aunque tenemos la suerte de no contagiarnos es muy probable que estamos sufriendo por la situación excepcional, por las restricciones de nuestra vida. Tomarlo en serio y darnos de baja es un acto de autocuidado, pero también un acto de resistencia. No tiene sentido aguantar nuestra ansiedad sin la posibilidad de compartirla con amistades, de abrazar a amigues, y todavía más para nosostres que ya estamos luchando con nuestra salud mental. Lo personal es político, y darnos de baja médica es una manera de decir “¡ya basta!”.
Mejor aun sería si los sindicatos convocarían una huelga, como no podemos seguir trabajando sin el oxigeno de la vida social. Desafortunadamente, por el momento esto parece poco probable.
Organizar el enfado
“El enfado callejero no articulado se lo va a llevar la ultraderecha”, dice la politóloga vasca Jule Goikoetxea según un articulo en El Salto. “En una situación polarizada, hay que articular la rabia para que sea efectiva y solucione las necesidades urgentes de la vida de quien menos tiene. Y ese discurso hay que articularlo desde los barrios y con la gente”.
Las redes de apoyo mutuo que han surgido durante el confinamiento de la primavera y que ahora están retomando el trabajo son muy necesarias, pero no son suficientes. Tenemos necesidades básicas más allá de la alimentación y la vivienda – el oxigeno de una vida social. Además, hay mucho enfado, hay mucha indignación, y este enfado necesita espacios para su articulación, espacios públicos, la calle.
“Hemos cedido la narrativa de la legítima crítica a un puñado de descerebrados fascistas que está sabiendo canalizar el legítimo odio ante una gestión capitalista de la pandemia que va de lo mala a lo nefasta”, dice Aitor Jiménez en un articulo en El Salto. Ya es tarde, pero tenemos que recuperar la iniciativa, construir una narrativa crítica desde la izquierda, y dar espacio a la rabia. ¿Por que no organizamos concentraciones (con mascarilla y distanciamiento) contra el toque de queda, contra una política de gestión capitalista de la crisis que desfavorece todavía más a la población ya en situación de vulnerabilidad (sea económica o por otras razones: mujeres en relaciones toxicas, jóvenes queer o trans en familias homofobas, o en general jóvenes en familias que no les entienden – que son muches)?
La alternativa sería dejar este espacio a la derecha, y sabemos que nada bueno puede salir de esto. Y sería peligros a largo plazo. Si la derecha ahora se lleva el enfado de mucha gente, especialmente jóvenes, nuestro futuro será muy negro.
- blog de Alana Queer
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