Superando mi trauma (Coronavirus y trauma 4)

Normalmente escribo más cuando estoy male, pero esta vez he decidido escribir y compartir como siento aunque me siento mejor.

Hace pocos días escribí sobre caer de nuevo en mi trauma de adolescencia. Escribí sobre darme cuenta de mi disociación de mis emociones, un patrón viejo que me permitió sobrevivir durante mi infancia y adolescencia, y que se activó también cuando con el confinamiento regresó mi trauma. No obstante, con darme cuenta de este patrón dejo de funcionar tan bien. No soy psicólogue, y no sé si realmente es posible una consciente disociación de sus emociones. Pero qué sé es que en mi caso a darme cuenta del patrón de disociación, empecé a reconectar con mis emociones, con el resultado de caer de nuevo en mi viejo trauma. Estuve fatal.

Pero esta vez no duró mucho tiempo. Y esta vez no por reactivar el mecanismo de disociación, sino por centrarme en las diferencias entre el contexto traumatizante de mi adolescencia y el aquí y ahora. En mi adolescencia no tenia apoyo. Había solo soledad e impotencia. Y el amor toxico de mi madre, del que tuve que defenderme. Tampoco tenia ninguna idea sobre cuando y como podría escapar de la situación. Sin apoyo, sin sentirme queride (más allá de un amor toxico), no era capaz de sostener las emociones – la disociación era necesaria para poder sobrevivir.

Ahora la situación es muy distinta. Aunque vivo en la situación de confinamiento que significa que no puedo encontrarme con mis amigues, no puedo abrazar a mis amigues, sí tengo amigues, tengo apoyo. Me siento queride y apoyade, aunque no nos podemos abrazar. Me ha ayudado mucho compartir mis sentires, compartir mi desesperanza, compartir mi impotencia con mis amigues, y recibir su cariño, su amor, su apoyo. Aquí no voy a poner nombres, pero sabéis quienes sois. Muchísimas gracias por estar, por apoyarme, por vuestros mensajes, por nuestras llamadas. No sé donde estaría ahora sin vuestro apoyo!

Estoy consciente de qué voy a tener mis altibajos durante las próximas semanas. Pero ahora sé – siento – que no estoy sole en esto, me siento queride y apoyado. Y os quiero. Muchísimo. Y os envío un abrazo (virtual) muy fuerte. Gracias!

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